MADRES (TAMBIÉN) EN PRIMER LUGAR
A mi madre, que como decía Arundhati Roy, me quiso tanto como para dejarme marchar, y a todas las madres, que lo hacen lo mejor que pueden.
Hay una tendencia en muchas madres a “ponerse” en el último lugar. Y sino es así desde luego en aquél lugar justo detrás de sus hijos y/o hijas.
Hace unos años Teri Hatcher, una de las protagonistas de la serie Mujeres Desesperadas publicó un libro, una especie de novela autobiográfica, en la que relataba cómo había sido su infancia y otras partes de su vida.
Recuerdo un día,durante mis habituales y largas horas de espera en una estación del sur de España para coger el tren que me llevaría hasta la ciudad en la que vivía y estudiaba en la Universidad. Allí en una librería hojeé un volumen que llamó mi atención por su título: Tostadas Quemadas, y por subtitulo, y otras filosofías de vida.
Ese título hacía alusión a la tesis del libro, que de forma resumida, venía a ser la siguiente: la madre Teri, siempre se comía la tostada quemada, para no tirarla, mientras que daba al resto de su familia la tostadas doradas, calentitas y crujientes. Así lo aprendió a hacer la protagonista, hasta que decidió dejar de comer esas tostadas quemadas para no enseñar a sus hijos que eso es lo que les correspondería al crecer. Teri Hatcher quería romper el ciclo para que sus hijas, una vez fueran mayores tirasen las tostadas quemadas.
La hora de salida de mi tren se acercaba y tuve que abandonar la librería, no sin antes considerar comprarlo. Sin embargo el gran volumen de las lecturas del máster que estaba realizando me hicieron declinar la tentación. Nunca he vuelto a encontrarme con el libro y nunca lo terminé. Desconozco si puedo estar o no de acuerdo con otros argumentos que en él se esgriman. Sin embargo las páginas que leí en aquella estación del sur siempre permanecieron en mi memoria.
Ahora en mi práctica profesional (aunque no sólo) veo a muchas mujeres que continúan comiéndose las tostadas quemadas. Y lo hacen con los mejores propósitos del mundo. Es normal los primeros meses del nacimiento de un bebé, quizá hasta el año, olvidarse de sí misma, pero a la larga, cuando eso continúa durante años, muchas de ellas se sienten agotadas, y no es por lo que dejen de hacer priorizando tareas y actividades de sus hijos sino porque se olvidan de sus propias necesidades emocionales.
Las tostadas quemadas son una metáfora que simbolizan todas aquellas renuncias que diariamente llevan a cabo muchas madres. Algunas de vosotras os sentiréis reconocidas en frases como estas:
“Ni sé el tiempo que hace que no compro ropa para mí, todas las últimas compras han sido para cosas de la niña”
” En casa disimulo todo el día “cómo voy a mostrar esta tristeza delante de ellos”.
“Entre el trabajo y los niños no tengo tiempo para nada más”
“Yo me quito de lo que haga falta, pero a él que no le falte de nada”
Habría mucho que escribir sobre esto. Sobre como los roles sociales continúan ejerciendo más presión sobre las mujeres. Sobre cómo la cultura establece qué es ser una buena madre y que no. Y todo esto es necesario decirlo pero excede al tamaño de este pequeño artículo que pretende, si se quiere tomar así, que reflexiones, sobre ello por dos razones fundamentales.
1. Tú misma, que eres una persona con necesidades por el hecho de serlo.
2. Si no te basta la razón anterior, puedes hacerlo para que tus hijos e hijas aprendan otras formas de estar-en-mundo cuando crezcan. Si por ejemplo siempre ocultas tus lágrimas, aún con el propósito de que tus hijos no sufran, también les estás trasladando otro mensaje. “No se llora, de adultos es mejor disimular la tristeza”.
Feliz día de la madre.
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