CÓMO TENER PACIENCIA.
Tener o no tener paciencia, esa es la cuestión para muchas cosas en la vida. Para muchas cosas que dependan del largo plazo y en las que haya que dar muchos pasos, pequeños pasos, hasta llegar a su consecución.
Cuántas veces hemos escuchado eso de “no tiene paciencia” “lo que tenemos que tener es paciencia”, “me falta paciencia”. Y lo decimos como si la paciencia fuera un mecanismo interior, algo que se tiene o no se tiene o se tiene en menor o mayor medida. Sin embargo, y aquí la buena noticia, la paciencia es algo que, puede aprenderse, ponerse en práctica y conseguirse…con paciencia.
En este artículo vamos a ver cómo un término mundano y popular lo traducimos al lenguaje psicológico o comportamental, de una forma sencilla.
La paciencia, según la RAE en su acepción 3, es la “Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho” . Desde un punto de vista conductual la paciencia se explica como la puesta en práctica de diferentes comportamientos que se mantienen en el tiempo para lograr un fin a largo plazo. En este sentido, paciencia es hacer algo respecto a, frente a únicamente desear o sentir.
Cada vez más cosas están diseñadas, en el mundo actual, para debilitar las conductas que nos llevan a ser pacientes. Antes de la existencia del teléfono móvil la gente tenía que esperar a encontrar a una persona en su domicilio o centro de trabajo para poder comunicar un mensaje o recibir una respuesta. Y si nos vamos aún más atrás, cuando las comunicaciones dependían del correo postal, la espera se hacía aún más larga. Dadas estas condiciones, es normal que las personas desarrollaran eso que llamamos paciencia. En la actualidad no digamos ya el teléfono móvil, aplicaciones como el servicio de mensajería instantáneo hacen que la espera se haga muy ardua “he visto que las aspas están en azul y aún no me ha respondido”.
Otro ejemplo está en las compras. Si ibas a una tienda y no quedaban existencias de lo que tú querías, o tu talla o modelo, por ejemplo, tenías que esperar a que te lo trajeran, y el plazo de espera era variable.
Y ya como último ejemplo, las plataformas de televisión de pago. En un tiempo anterior a ellas, una persona comenzaba una serie y tardaba al menos 3 o cuatro meses en finalizarla, dependiendo del número de episodios, claro. Ahora puedes comenzar a ver una serie y terminarla en una misma noche, a lo sumo en un fin de semana. A este proceder se le conoce con la expresión “maratón de series” .
Y vosotras es posible que estéis pensando al leer el post “¿Pero todo esto que escribes es bueno, son mejoras, adelantos, no?” Y puede que llevéis razón. La cuestión es que eso nos está conformando para que nuestra capacidad de espera sea menor y aumente nuestra inquietud y posible nerviosismo cuando de esperar se trate. Y desde luego eso está relacionado con una disminución en las conductas que suponen eso que se conoce popularmente como “tener paciencia”. Como tantas cosas en la vida parece que las cosas no son buenas o malas en sí mismas, sino en qué circunstancias y desde que punto de vista las analicemos.
CAMBIAR LAS CONDICIONES.
¿Cómo generamos las condiciones apropiadas que nos faciliten conseguir nuestros objetivos?
Una de las asunciones que tenemos que saber, antes de modificar cualquier comportamiento particular, es que habrá que cambiar las condiciones en que dicho comportamiento tiene lugar. Esto, dicho así, parece muy sencillo, y tal vez lo sea, lo que hay que saber es cuáles son esas condiciones, que a veces se verán de forma muy clara y otras no tanto. Podría pasar que esas condiciones no son susceptibles de cambio. Si esto es así el paso es cómo y qué es lo que tenemos que hacer si las condiciones fueran inamovibles. Y aquí voy a dar 2 ejemplos muy sencillos, aunque como decía, frecuentemente las cosas serán más complejas.
EJEMPLO 1: Condiciones que se pueden cambiar.
“Hace pocos días que he empezado una nueva alimentación y voy a reducir la ingesta de bollería o dulces, en general” Y resulta que tu amiga Maricarmen te invita a su casa a tomar café, y siempre que vas acabas comiéndote esos pasteles tan deliciosos que elabora. En este caso, cambiar las condiciones implica que, al menos al principio, en lugar de quedar en su casa lo hagáis fuera y, por ejemplo, cambiéis el café por un paseo. De esta forma estás minimizando las probabilidades de “caer en la tentación”. No tienes que echarte un pulso contigo misma, porque como decía, al menos al inicio, es posible que ese pulso lo pierdas y lo importante aquí son tus objetivos.
EJEMPLO 2: Condiciones que no pueden cambiarse.
Sigue leyendo el siguiente artículo, en el que continuaremos explicando las condiciones que no pueden cambiarse y otros aspectos para poner en práctica conductas que se traduzcan en “tener más paciencia”.
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